Un Sobre mi bien raro

Mira. Quiero que hagas algo por mi. Bueno, en realidad es por ti. Sí, por ti. Esto va mas de ti, que de mi. Por supuesto que va de ti, a mi ya me tengo muy escuchado e intento conocerme bien. Quiero que hagas algo. Quiero que cojas una idea. Una idea tuya. No digo algo 100% original o que no hayas oído jamás en ninguna parte. Pero sí algo en lo que tú creas y no sea una opinión popular. No sé, que la pizza con piña debería ser un plato gourmet. Lo que sea. Algo que si te apuntaran con una pistola dirías que es cierto para ti. Serías como Rafa Mora en aquello de ¿Quién es el más guapo del mundo? Pues tu ahí dirías que esa idea es la más guapa del mundo. ¿Me sigues? Espero que sí. Ahora cierra los ojos. Aprieta fuerte. E imagina que estás en un escenario. Tienes un micro y estás apunto de hablar. Te acaban de dar un premio por esa idea que tienes en tu cabeza y alguien te pregunta Oye, ¿Cómo llegaste hasta aquí? Es tu momento. Solo tienes que contar tu idea. Si la cuentas bien incluso puede que la contagies más y eso te suponga cosas buenas. ¿Qué haces? Lo más probable es que te venga la historia ideal para eso. Si tu corazón chilla, tus historias salen sin darte cuenta. Nací en Mallorca, en un pueblo tan pequeño que seguramente no lo escucharás en la vida. Si ya hay contraste entre Mallorca y Madrid, imagínate entre un pueblo de Mallorca y Madrid. Fui creciendo y un día descubrí esto. Jamás se me había dado bien dibujar y pasaba algo cuando salía mal: Me tocaba los cojones. Había algo en mí que quería crear cosas, pero esas cosas que salían de mi lápiz eran una mierda borrosa y fea. Y como todo niño, lo dejé. Tenía las ganas, tenía la idea, pero no la habilidad. Un día en clase de Castellano algo cambió. Yo ya tenía bigotillo adolescente y me había olvidado de dibujar, pero mi profesora me propuso algo que cambiaría mi vida. Chicos, aquí tenéis un listado de temas para redacciones creativas. Lo miré y sin darme cuenta, y quizá por primera vez en años, tuve ganas de hacerlas. Empecé a escribir y sentí otra vez aquello de dibujar. De crear. De repente, de repente podía dibujar historias. Llevar al que me leyese por un camino o por otro. Hacerle sentir cosas. Hacer que las recordara. Y lo mejor, pasármelo de miedo haciéndolo. Ese día no lo supe, pero tenía profesión asegurada. Ahora escribo historias para vender, para convencer y para cambiar ideas de sitio. Para que mis ideas y las de otros cuenten. Y ayudo, a los que han leído hasta aquí a hacerlo. Porque en ese micro que es la vida, seguro que tienes algo que contar. Es por aquí: