No creo que Brenda Ueland se imaginase que un siglo después de publicar su libro, éste tuviera tanto sentido y utilidad para los que hoy escribimos a diario.
No sé, hace 100 años no era fácil dar a conocer tu trabajo. Ella solo se podía centrar en escribir el mejor libro posible y sobre todo cargado de lo que ella sentía de verdad.
Y con esa última frase tienes un pequeño resumen de su temática.
Si quieres escribir y te gusta hacerlo… Este libro y estas reflexiones son para ti.
(Te dejo también el episodio del podcast dedicado al libro):
Vamos a exprimirlo.
Contents
Te pongo en contexto
Brenda Ueland era una profesora de escritura creativa, sobre todo de mujeres, que se dedicaba a trabajar la voz escritora de sus alumnos.
Lo que hacía en sus clases es lo que nos cuenta en este libro, donde poco a poco nos va contando sus secretos para hablar desde la verdad que cada uno lleva dentro.
¿Qué tienes que decir? El significado de escribir
Escribir es la expresión de la personalidad. Es el filtro por el que cada ser humano ve el mundo, y si eso se hace con valentía y constancia se convierte en arte.
Y el arte tiene muchas formas, pero no es una imitación ni una pose, no se crea desde el “yo que desea ser”, porque eso ensucia todo lo que escribes.
Brenda se refiere a que lo mejor para escribir es dejar de pretender un resultado. Sino hacerlo por el deseo de expresión del yo real y eso es posible porque cada ser humano tiene su propia originalidad. Su voz de escritor.
La autora nos lo recordará a lo largo del libro y nos enseñará a mostrar ese “yo real” cuando escribimos.
Más adelante, para dejar más claro esto, nos habla de William Blake y los pensamientos de este poeta británico.
Que dicen así.
No se trata de no querer éxito al escribir, sino de dejar de vivir para él. Si escribimos y solo lo hacemos por el aplauso y el éxito… nuestro arte, nuestro marketing, nuestro mensaje estará podrido antes de que pueda ser leído.
Blake sabía que el arte lo hacía feliz a él antes de que ninguna otra persona lo leyese. Y eso tiene un poder enorme. Porque nos deja satisfechos antes de ningún resultado, sin depender de nadie más.
Piensa en los anuncios o en los textos de una web. Si los creamos con el fin de gustar en lugar de hacerlos con la naturalidad con la que se lo diríamos a un buen amigo, nuestro texto dejará indiferente a muchos, incluso a nosotros mismos.
La gente esta harta de imitaciones.
Sigamos.
El objetivo de escribir y el arte
En la página 18, la autora habla de cómo hay que enfocar la escritura, la imaginación y el deber.
¿Cuántos blogs, textos y libros se ha cargado la mentalidad de “tengo que escribir”?
Diría que infinitos. Cuando crear surge de la “conveniencia” o de la obligación, la imaginación cierra las piernas y nos abandona. Nuestra voz desaparece.
Pero cuando dejamos de juzgar las palabras que salen y aplazamos el juicio para la revisión final, podemos trabajar mejor porque no estamos atados a un resultado. Escribiremos con libertad.
En la 21 nos da un ejemplo:
¿Acaso hay otra forma de crear arte?
¿Pintaba Da Vinci para que sus cuadros estuvieran en los mejores museos?
¿Pensaban los caballeros acabar en un libro de poemas?
Eso jamás sería arte. El arte y la escritura no pueden mercadear con el éxito. El éxito llega cuando escribir tiene la motivación de expresar algo importante, al igual que el liderazgo del que hablamos en Tribus.
Y esto es totalmente práctico.
Verás.
Antes de ponerme a comentar este libro, había pensado en otro. Pero cuando me he puesto a ojearlo, lo he descartado.
No me inspiraba suficiente ni me sentía con la “necesidad moral” de compartírtelo, como sí lo siento así con este. Hubiera sido escribir por escribir, y si lees a Brenda también te pasará. Descartarás muchos textos no porque no sean aceptables, sino porque no estarías hablando desde tu verdad.
Por este detalle, lo que escriba aquí será mejor que lo que hubiera escrito sobre el otro libro que no siento tan cierto para mí.
La autora también nos recuerda una cita de Van Gogh:
¿Cuántos blogs se escriben solo para coger tráfico de Google?
¿Cuántos canales de youtube solo se hacen porque el video tiene éxito?
¿Cuántas newsletter son diarias solo porque es “lo que se hace ahora”?
Las modas destruyen la originalidad de la que nos habla Brenda:
Más claro, agua.
Avancemos.
Cómo escribir mejor
Vale. Ya sabemos que hay que escribir con significado y con la verdad para poder expresar y comunicar mejor. ¿Pero cómo se hace?
Relajación y caminar
¿A qué se refiere Ueland esta vez?
Escribir es conectar ideas: tanto propias como ajenas para luego darles forma de texto expresando lo que pensamos o sentimos sobre algo.
Quizá estamos solo describiendo unos hechos, pero escribir, cuando se hace bien, significa subjetividad.
Y la subjetividad toma forma cuando nos relajamos y tenemos ratos para pensar y divagar. Es ahí cuando las ideas conectan.
Y luego, cuando tienes el teclado delante, das forma real a lo que pensaste aquella tarde o aquel día viendo una película. En mi caso, cuando vienen esas conexiones de ideas me gusta apuntarlo en un cuaderno para que al ponerme a escribir, pueda tirar del hilo con facilidad.
Seguimos.
La tensión de escribir
Cuando os sentéis a escribir, conviene dedicar un rato a pensar de manera vaga. Al comienzo, en los primeros minutos, no se producirá ningún pensamiento lógico, aunque lo intentéis. Sigue una suerte de parálisis, una convicción de nuestras limitaciones mentales y hasta es posible querer abandonar. Pero es precisamente aquí donde pueden surgir maravillosas, originales y fascinantes ideas.
[…] Debéis volcar nuestras ideas en un papel, es lo que espero que hagáis cada uno de vosotros de ahora en adelante. Es decir: siempre tenemos que estar dispuestos a expresar lo que queremos.
Los bloqueos son miedo a expresar lo primero que se nos pase por la cabeza y que sea una tontería. Es miedo a la vergüenza. Pero eso se va posponiendo el juicio de lo que has escrito.
Si tienes tensión al escribir, habla sobre esa tensión y habrás dado el primer paso a hablar desde tu verdad. A ver si queda claro: es mejor que hables del miedo si así lo sientes, que no de tu valentía si es mentira. Te conocerás más mientras escribes.
Brenda cuenta una vez pidió a las niñas de su clase dibujar un cuadro sobre un mismo paisaje y se fijó que las que expresaban mejor su arte eran las que se dejaban llevar y la pintura las absorbía.
Nos lo aclara así:
Ya que sois seres humanos, todo lo que tenéis que hacer es sacar de verdad cuanto hay en vuestro interior que os interese. ¿Será vendible? No lo sé. Pero no penséis en esto, por el momento.
Vuelvo a insistir sobre ello porque quiero enseñaros que el impulso creativo es un acto tranquilo. Lo veis, lo sentís, casi lo podéis oír y todo pasa “ahora”, en el presente. Ahí surge la imaginación.
Cuando escribimos sin juzgar, golpeando cada tecla como si fuera lo único que importara ahora mismo es cuando sale nuestra voz de escritor. Estás en el presente.
No necesitas forzar las cosas, necesitas dejar que aparezcan mientras disfrutas del momento. Intentas crear algo bonito, pero para ti, no para que se venda ni para nada más. Para releer tú mismo y poder gustarte antes incluso de que lo lea nadie.
Buscando la verdad al escribir
Veracidad microscópica
Hay una pregunta en el aire, ¿cómo escribo mi verdad si hago ficción o si hago storytelling para mi negocio?
¿Es necesario ser matemático con la verdad?
Brenda no se refiere a la verdad científica.
Sino a lo que Neil Gaiman, escritor best seller de hoy, llama Truth in fiction [verdad en la ficción].
Imagina que escribes sobre un negocio ecológico de patatas y cuentas la historia de unagricultor que las cultiva, las cuida y que además lleva toda la vida en el campo. Hablas de su entusiasmo por las patatas, de su hija y de su perro.
Y quizá el agricultor no ha existido en la vida, pero tu texto suena real. ¿Por qué?
Si, por ejemplo, queréis que en vuestra historia haya un campesino yanqui, lo que nunca debéis hacer es describir a un personaje tan yanqui que resulte el campesino más yanqui del mundo. Si lo hacéis así, el resultado será que ningún lector dará notoriedad a vuestra historia.
En cambio, podríais hacer lo siguiente: recordad aquel encuentro que tuvisteis una vez con un campesino yanqui y, conscientemente y con detalle, describidlo. No importa si vuestro personaje es calvo, va bien afeitado y vista en trajes de ejecutivo; los lectores advertirán que se trata de un campesino yanqui y se lo creerán.
Así, cuanto más deseéis retratar a un personaje universal, con mayor exactitud y veracidad debéis relatar los detalles particulares.
Si basas lo que cuentas en algo que ya has vivido, lo contarás de forma muy distinta a si te lo inventas 100% tratando de aparentar. Quizá tu historia salta a la comba entre la ficción y la verdad “objetiva” pero si está basada en alguien real, sonará real.
Gaiman cuenta que cuando escribió Neverwhere basó sus personajes en los sin techo de Londres y por los que él mismo sentía lástima al verlos pedir limosna. Es una analogía de los sentimientos reales por ellos.
También dice que escribir ficción significa desnudarse como escritor. Porque cuentas tus verdaderos sentimientos sobre algo, aunque sean envueltos en una novela ficticia.
Las pasiones del escritor
Llegamos a la página 104 y Brenda hace la pregunta que nos hacemos todos a estas alturas:
La única forma de hallar el yo verdadero es a través de la osadía y la libertad. Si durante un rato os sentís como un asesino, escribid como si lo fueseis. Las pasiones nos ayudan a escribir desde nuestra verdad de ese momento.
Esto no significa que tengas que cabrearte para escribir. Sino que debes dar libertad a tus emociones para expresarte en un texto. Significa que cuando escribes, debes sentir de verdad lo que estás contando. Pues tus lectores (y también tú) lo notaréis.
Cuando encuentras un texto así, lo ves. No hay florituras, no hay rodeos, no hay palabras “que suenan bien”, se cuenta mucho en poco espacio porque el que escribe sabe que lo que está contando es más importante que quedar bien o que venderte algo. Es una escritura más bruta y directa.
Escribir mucho
Escribe en redes sociales cada día y lo notarás.
Escribe en una newsletter y lo verás.
Escribe como si no hubiera un mañana y diciendo lo que piensas.
La práctica te hará maestro de hablar con tu propia voz.
Se puede y se debe escribir mal
Cuando acabe este borrador voy a eliminar todo lo que no suene a mi. Voy a quitar todo lo que he pretendido parecer y voy a dar todo el espacio a mi propia forma de hablar.
No quiero parecerme a tal o cual escritor solo porque me gusta su estilo. Es su maldito estilo, no el mio. El mio sale cuando no escribo imitando a nadie, sino siendo el yo más sincero que puedo ser.
No intentes ser gracioso sino lo eres, no intentes ser sarcástico sino te sale serlo. Suéltate y lo que tenga que ser, será. Di la verdad que sientes. Eso es todo.
No escribas como un publicista
Y aquí uno de los puntos que MÁS me gusta del libro porque va directo al mentón de la mentalidad del publicista y de su persuasión barata.
Avisé de que era un puñetazo (de verdad) directo al marketing directo bananero.
La publicidad debería ser el deber moral del marketer de comunicar algo que siente que necesita el mundo. No al revés.
Debería ser comunicación expresiva, no persuasión basada en trucos.
Olvidémonos de las ventas por un momento.
Te aseguro que esta pregunta se ha cargado (y se cargará) muchos negocios, pero es la BASE para que puedas vender sin coger voz de publicista.
Si es así, tu marketing será otro. Será algo único, reconocible, valioso en sí mismo. Olvida la voz de publicista y habla desde ti.
No fuerces el mensaje
La verdad no se fuerza, sale sola.
Si te pillas magnificando de manera forzada un mensaje es que no es tuyo, sino producto de un yo interior que busca gustar, elimínalo.
Si un texto es bonito no necesita maquillaje. En esencia ya vale así.
Eso no significa que no debamos mejorarlo y corregirlo, pero cuando lo cargamos de florituras y acentuamos partes de manera forzada, estamos mancillando su esencia.
A todo esto Chéjov, dramaturgo ruso, decía así
Debemos dejar que los mensajes tengan fuerza porque los sentís de verdad, no porque los hagamos a parecer fuertes.
Hay un concepto en teatro que es jugar al máximo de la inteligencia del público. Esto significa no intentar agrandar los mensajes, ni hacerlos demasiado obvios ni forzados. Debes darte a entender por cómo lo cuentas, no por su maquillaje literal.
¿Esto es así?
Aquí Brenda nos pone un ejemplo de cómo valorar si estamos escribiendo algo de verdad.
Esa auto reflexión sobre lo que hemos escrito es clave. Nos permite escribir con libertad en el primer borrador para luego ver donde está flaqueando nuestra sinceridad. Escribir es libertad y revisión sincera.
Se trata de contar lo que ven nuestros ojos, no de adornar lo que vemos para que suene mejor o porque lo has visto escrito así en otra parte. Si esa expresión no es tuya y no hablas así, cámbiala.
Escribir = generosidad
Escribir es ser capaces de contar al mundo lo bueno que tenemos por decir. Puede ser una reflexión, proponer un cambio (como en Tribus) o expresar una lección valiosa para nosotros. Todo eso es generosidad.
Si tenemos algo bueno dentro (y todos lo tenemos) lo generoso es contarlo de forma cruda posible para que la comunicación sea directa y útil. Por eso las historias enganchan tanto, porque transmiten lo que aprendemos y ayudan a otros a no cometer los mismos errores.
Las palabras finales
Brenda se luce y nos cierra el libro así.
Queda claro que escribir no es un hecho mundano ni una herramienta que deba ser maltratada para influir, persuadir o vender.
Escribir es dar algo a los demás. Puede ser un rato agradable, entretenimiento, transformación, aprendizajes, ideas… Es generosidad impresa y pues significa contar lo que uno lleva dentro.
Y aunque eso debería ser suficiente motivación para coger un teclado y escribir, también te diré que quién lo hace así y escribe con su verdad… se gana a su audiencia.
Estamos faltos de sinceridad, de autenticidad, de personas que pongan arte en lo que hace. Los pocos que lo logran despegan porque escasea gente capaz de exponerse y decir en redes sociales e internet lo que piensa de verdad. Sin máscaras.
Entre tanta pose, si alguien es él mismo, es fácil que destaque.
Me da igual si no vas a escribir novelas, no es el punto del libro. Es la filosofía que hay detrás.
La honestidad al escribir nos permite diferenciarnos porque no hay otro igual que nosotros. Esa es la esencia de este libro. Solo perdemos esa ventaja cuando tratamos de imitar, persuadir o convencer porque pensamos más en el premio que en contar algo que importa.
Pero cuando nos quitamos esa chaqueta pesada de aparentar… las cosas fluyen y también llegan.
Hasta el próximo libro.