Nueve de la noche.
Quiero ver una película que me haga desconectar y tengo pendiente la de Steve Jobs.
La película va sobre los 3 grandes lanzamientos de su carrera: el Macinstosh (1984), el NeXT (1988) y el iMac G3 (1998).
En un momento, la trama vuelve atrás y muestra a Jobs y a Wozniak diseñando el primer Apple II. Wozniak quiere poner 8 ranuras al ordenador mientras que Jobs solo quiere 2: una para el modem y otra para la impresora.
Wozniak argumenta que la gente flipará con las 8 ranuras y que es lo que la gente quiere.
Steve niega con la cabeza y le dice a Woz que la gente no sabe lo que quiere. Que el Apple II no tendrá 8 ranuras.
El ingeniero melenudo se indigna y le espeta.
– Los ordenadores no son cuadros.
– Que te jodan – le responde Jobs.
No tengo ni idea de si el diálogo fue así pero leyendo la biografía de Steve Jobs, no me extrañaría.
Jobs tenía claro que nadie nos pedirá una innovación o un producto fantástico, para eso estamos nosotros, para inventarlo. Pues la innovación nace de ser atrevidos con nuestras propuestas.
Como dice en el mismo diálogo, nadie le dijo a Bob Dylan cómo tenía que hacer la letra de Shelter from de Storm, sino que fue una propuesta del artista. Nadie le dijo como quería la canción ni los acordes. Él los ofreció.
Quizá los ordenadores no son como pintar un cuadro pero sí que los productos pueden ser arte. El arte no es pintura, el arte es el deseo de crear algo que transmita. Es la ambición de querer transformar a alguien con nuestra creación.
Jobs lo quería hacer con los ordenadores. Quería enamorarnos de la tecnología.
Ese café que no has pedido pero al que te invitan, ese detalle del micro copy que nos hace sonreir en una etiqueta de la camiseta, ese NeXT con los bordes perfectos…
Recorrer esa milla extra es lo que nos hace diferentes. Nos hace artistas.
Todo muy bonito, pero… ¿Y si me equivoco y fracaso? ¿Acaso no hay artistas fracasados?
Los hay a millares.
Pero como me dijo un buen amigo una vez: solo necesitas un gran éxito.
De las 80 canciones que tendrá Nirvana, la gente conoce una . Y gracias a eso tuvieron éxito.
Steve Jobs solo necesitó un gran éxito para catapultarse. El Macintosh fracasó y lo echó de Apple. Y tuvo que volver.
Como nos diría Seth Godin, es mucho más interesante atrevernos a ser diferentes y fracasar buscando ese éxito, a fracasar porque toda la vida hemos sido mediocres, grises y normales.
La estrategia es importante pero hay puntos en los que hay que ser intrépidos y atrevidos. Que hay que echarle cara y descaro para agitar el mercado.
Hay veces… que hay que ver nuestro producto como un cuadro.