Si quieres tener éxito habla de dinero.
Tendrás más likes, más visibilidad, más clics, más comentarios.
Si la gente incluso sospecha que le vas a ayudar a ganar dinero (de verdad) te van a dar del suyo. Y mucho. Basta eches un vistazo a los cursos más vendidos, a su repercusión, al clic que hace en la cabeza de la gente cuando asocia esa inversión a una posterior recompensa.
¿A dónde nos lleva todo esto?
En este artículo mi objetivo es irónicamente sencillo: ¿Qué pensaría un filósofo si se diera una vuelta por linkedin? ¿Qué efecto haría un poco más de verdad y honestidad (sin adornos) dentro del mundo marketing? ¿Venderíamos más? ¿Venderíamos menos? Quizá incluso esa no es la pregunta adecuada…
Ahora lo veremos.
Me arremango, vamos al lío.
Contents
A dónde nos lleva la mentalidad vendedora
Abre Linkedin o cualquier red social y dime qué ves.
Yo veo, en su mayoría, a gente hambrienta de ventas (y de atención, pero eso es otro tema). La gente quiere vender, le da igual cómo. Casi todo el mundo tiene unos principios mínimos, pero según pasan los años veo que los propios vendedores se prostituyen al método más resultadista.
Que si hacer vídeos.
Que si hacer el indio en tik tok.
Que si persuasión.
Que si el lenguaje canalla.
Cada vez dan más igual las formas mientras lleguen los euros.
Newsletter con trucos, posts de linkedin con “técnicas poco conocidas”, no hagas esto y haz aquello, compra este curso y aprenderás la estrategia milenaria de no se qué…
¿Hasta qué punto estamos complicándonos la vida?
Estamos pagando el precio de la falsedad por ganar dinero a corto plazo. El problema es el olor que dejamos detrás.
Imagina un vendedor de jabones, de esos que iban puerta a puerta. Tocaban e intentaban encasquetar ese producto. Si vendían, triunfaban. Sino, fracasaban.
El foco del éxito estaba en ellos, no en el éxito de su propio cliente. Hoy pasa lo mismo, pero se camufla entre trucos y artimañas que tapan el olor, pero que dejan el mismo malestar en el cliente al estilo “me la han colado”.
Con los años han aparecido otras corrientes donde vender significa ayudar. Mi admirada Marta de Francisco es un ejemplo de la ética comercial, pero la mayoría no sigue este camino. Es menos atractivo.
Los ligues y las ventas
Los vendedores online de hoy me recuerdan a los ligues de una noche.
Cuando ibas a la discoteca, aquello se convertía en una jungla para ver quién gritaba más fuerte.
Unos bailaban, unos se acercaban a la chica con una frase mágica y preparada, otros la invitaban a beber y otros no tenían el valor de hacer nada.
Ahora que lo veo con distancia veo que las cosas eran mucho más sencillas.
Si a una persona le gustaba otra (aunque solo fuera para un rato) ¿Por qué no iba de cara a decírselo? ¿Por qué ocultarse tras una máscara/truco/frase-definitiva? ¿Por qué no ser uno mismo?
¿Miedo?
¿Inseguridad?
En las ventas está pasando lo mismo. Por temor a no vender desde la honestidad la mayoría se prostituye a trucos o técnicas y hacen ruido en la discoteca.
Y no dudo de su efectividad, pero ¿Cuál es el precio?
¿Y si resulta que esa persona a la que la has engatusado con un truco luego te gusta de verdad? Tendrás que tener la máscara puesta durante mucho tiempo o quitártela, con la pérdida de credibilidad que eso supone. Boca a boca negativo.
En el caso de una venta de un producto, quizá a ese cliente lo ilusionaste de verdad y luego no puedes cumplir sus expectativas. ¿Qué haces ahora?
¿De qué sirven los trucos?
¿Para qué hacerse el chulo? ¿Para qué crear un personaje? ¿Para qué narices fingir algo que no eres?
¿Porque funciona?
¿Acaso no les gustarías si fueras tú mismo?
¿Tan complicado es decir a lo que te dedicas y lo que ofreces sin apestar a falsedad? ¿Por qué necesitamos complicarlo? ¿Por qué tanta máscara?
Queremos tener resultados y es normal. Quizá una vez intentamos ser honestos siendo nosotros mismos, no funcionó y llegamos a la errónea conclusión de que nosotros en nuestra verdad no servíamos para vender.
Pero ¿qué pruebas reales tenemos?
Quizá no fuimos todo lo sinceros que podíamos ser.
Quizá no fuimos auténticos y atrevidos.
Quizá no tuvimos paciencia suficiente.
Quizá estábamos esperando el aplauso de alguien y eso nos quitó la gracia.
Quizá lo hicimos con miedo y eso nos quitó honestidad.
Bueno, ¿y si la verdad es que lo único que me interesa es vender?
A veces cuando la “verdad” es fea, debemos cuestionarla. En serio tienes un negocio ¿Solo para vender?
¿Es el único propósito real?
¿No hay nada más detrás de eso?
¿Un cambio que quieres en el mundo o al menos en tus clientes quizá?
¿Tan vacío está tu negocio? ¿Y tú?
Me cuesta creerlo.
Si es así quizá este no es el lugar. Porque ¿A dónde nos llevará esa mentalidad? Quizá ganamos dinero, quizá nos hacemos ricos con los trucos… Para luego darnos cuenta de que hemos apestado por el camino.
¿Apestado a qué? A falsedad.
Ese es el precio.
Tienes dos pastillas, la roja o la azul y tienes que elegir.
Si eliges la de la verdad, será difícil, pero también luego será más fácil dormir a pierna suelta.
Las ventajas de la honestidad en ventas
Para entender las ventajas primero debemos ver qué significa la honestidad cuando vendemos.
Pues desde luego lo primero es no aparentar algo que no somos. Significa también no buscar la aprobación de nadie. También abandonar el resultadismo. Es también tener la intención de brillar con luz propia y no por ser reflejo de otra luz.
Porque cuando falseamos nuestro mensaje con trucos, técnicas y demás artimañas solo estamos imitando el atrevimiento de otros. Quizá ese titular o esa frase o ese lenguaje soez queda de puta madre en otra persona, pero no es propio tuyo.
Eso no significa que no podamos tener un lenguaje similar si es que esa forma de hablar, escribir y crear es PROPIA. La diferencia aquí es que la honestidad nos permite saber si algo que hemos creado lo hacemos pensando en los aplausos o pensando en lo que nos gusta a nosotros.
Nadie que sea honesto debe prostituir sus acciones a un sondeo, porque entonces todos haríamos lo mismo.
La gente te pedirá carros, no coches.
La gente te pedirá que seas normal, cuando lo que de verdad quiere es algo distinto.
Pero para llegar a ese punto hay que ser honesto porque es justo con esa mentalidad cuando rompemos los moldes.
Esto está muy relacionado con el pensamiento lateral. Cuando hablamos y creamos desde trucos es como cuando caemos en “moldes mentales” que nos llevan a las mismas ideas.
En cambio, cuando tenemos voz propia estamos permitiendo que la creatividad y el pensamiento lateral surjan. Porque no estamos mirando por el retrovisor lo que hacen otros.
Es ahí donde surge la honestidad real. En soltar tu mensaje con arrojo. En dejarnos de estudios de mercado, estadísticas e historias. Pongamos un enfoque más humanista a los negocios, por favor.
Seamos más artesanos, más artistas, más enamorados del proceso creativo. Necesitamos más personalidad y menos copias.
Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero solo tienes que quitarte malas costumbres.
Paremos ya de buscar nuevos trucos de venta, nuevas formas de vender, nuevas formas de convencer. Vender debe ser un deber moral porque hemos creado algo valioso. Está bien buscar cómo comunicar mejor, cómo estructurar nuestro mensaje, cómo escribir más claro, más al grano…
Pero no busquemos trucos definitivos. Será una imitación más, un truco más y una mota de polvo sucio más en la palabra marketing y negocios online.
Aspiremos a algo más.