Pues para empezar el publicista evita las preguntas equivocadas.
¿Cómo persuado?
¿Cómo hago que me compren?
Son preguntas de resultado, pero si éste fuera tan fácil como aplicar 4 trucos, todos estaríamos merendado caviar.
Yo me baso en una regla para la vida que no funciona nada mal
Todo lo que vale la pena… requiere esfuerzo.
Y en este caso debemos evitar una pregunta egoísta ¿Qué hago para vender yo? e irnos a otras más generosas (y por tanto, de mayor esfuerzo)
¿Qué cambio quiero en el mundo gracias a lo que vendo? ¿A quién le va a importar ese cambio? ¿Qué valora esa gente?
Y luego la que te interesaba al principio se resolverá sola: ¿Por qué alguien debería pararse en mi anuncio?
Ya tienes la respuesta.
Un anuncio (uno bueno) nace de un buen fondo, de un trabajo previo. Jamás tendrá sentido que copies el anuncio de Apple porque a ti te gusta.
Te gusta porque Apple lleva décadas construyendo un camino, un camino que da resultado a anuncios congruentes. Si Apple se pusiera a copiar a Coca Cola, tampoco le funcionaría.
Sin congruencia, sin un trabajo previo generoso, poner un anuncio es jugar a la lotería de Zucky.