Eslogans que suenan bien de los que no hablarás nunca

11 de la mañana.

Tengo ganas de un café y me siento en la primera terraza que veo.

El personal es rápido y simpático, en nada tengo un café con hielo sobre la mesa. Estoy dando el primer sorbo cuando veo algo me llama la atención en el interior de la cafetería.

Iluminado con luz indirecta y tenue veo el nombre del local y su eslogan:

Malvada: No soy lo que parezco, soy mucho peor.

Más allá de que el eslogan es gracioso, me obliga a preguntarme ¿Es un nombre al azar, para hacer la gracia o tiene un porqué?

¿Era porque quedaba bien o porque contratan a camareros con mala leche?

¿Un juego de palabras? ¿O un local con postres “malvados” que rompen tu dieta?

Quizá… Hay un mensaje malévolo escrito en cada mesa.

O te multiplican el precio al ir a pagar, y se ríen de ti.

O a la cafetería solo pueden entrar expresidiarios. Toma nicho.

Pero la realidad… No supera la ficción. Lo más probable es que se llame así como podría llamarse Café Pérez y ya.

La diferencia está en que si tu empresa tiene un propósito claro, este tipo de incongruencias no pasan. Y es que es ahí, cuando todo cuadra, que hablamos de ese sitio porque es único.

Imagínate. Malvada: rompemos tu dieta sin remordimientos.

No solo lo habría escrito aquí, créeme, ya habría corrido la voz.

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