Hablemos del auge y caída de PODEMOS, y sobre todo, de por qué Galapagar importa.
Podemos nació como una moto. Fue un fenómeno que hacía tiempo no se veía en política. La gente estaba ilusionada y no es de extrañar, en marketing y en la vida apoyamos causas justas.
Las causas justas son aquellas que nos gusten más o menos, son legítimas. Y son legítimas porque alguien cree, de corazón, en ellas (o al menos nos lo hace creer).
Podemos canalizó un momento de crispación y frustración social con un mensaje que pedía revolución.
Es más, te gusten sus ideas o no, en los ojos de Pablo Iglesias podías ver que creía en lo que decía. Te invito a que lo escuches ahora y notes la diferencia.
Y esto importa, porque el primer comprador de tu mensaje tienes que ser tú. La gente compra certezas, compra que tu creas en algo porque les muestras el camino.
Podemos llenó tertulias y platós. Se expandió como la pólvora por el mapa e Iglesias era el tipo empático, carismático y que caía bien de entre toda la casta política.
El problema llegó con Galapagar.
Si lees la historia de auge y caída de muchas empresas verás que son calcadas a la de Podemos.
Cuando una empresa nace su causa es revolucionar y desafiar el status quo. Ford lo hizo con los medios de transporte, Apple con el mundo tecnológico y Podemos con la política.
Pero según una causa crece, sus líderes se emborrachan de éxito y poder. Pierden justo aquello que les hizo ganarse el corazón de la gente.
Se olvidan de que están ahí gracias a la gente y para la gente, es ahí cuando sus acciones ya no casan con su causa justa.
Comprarte un tipo de vivienda no es malo. Lo malo es comprar lo que has criticado, volverte aquello que dijiste que nunca serías.
Si lo haces, pagas el precio de la incongruencia. La gente que creía en ti se desilusiona, y tus críticos te desmiembran (y con razón). Quizá no fue el único error que enterró a Podemos, pero sí el más simbólico.
Una prueba tácita de que el marketing va de congruencia, de palabra y de valores. De que cuando una empresa pierde el norte de lo que le hizo crecer o tener cierto éxito, mengua.
A la gente no le pone que tu única causa sea sacar beneficios, lo que quieren es que sigas liderando el camino que les ilusionó.